Así se títula el precioso libro de Yoko Ogawa, que contiene la sabiduría de quien sabe mirar al cielo («quizá no había ninguna persona en el mundo que pudiera encontrar tan rápidamente la estrella que anuncia que va a caer la noche») para descubrir la hermosura del universo que nos rodea («la razón está escrita en el cuaderno de Dios»).
El libro va dejando un rastro pedagógico («si lo dejamos a medio camino, nunca llegaremos a nada») a través del ritmo y la belleza de un haiku («el verano pasa mientras decimos qué calor, qué calor»).
Me gusta cuando dice: «Un niño que va de campamento de verano. Maravilloso. Es símbolo de paz y salud».
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